El viento dibujaba tu silueta frente a mi. El azulado humo que quemaba mi cigarro lentamente, escribía tu nombre mientras subía y se perdía en el cielo grisáceo de la tarde.
Un café enfriándose y el sonido de los desdichados que regresaban a sus casas despúes de un triste día de trabajo.
Veía la soledad a mi alrededor, sin embargo, era un sentimiento imperceptible para mí, pues tu sonrisa me acompañaba a cada momento. Las tiernas palabras de la poesía universal, escrita por cientos de románticos y locos enamorados a través de la historia, eran incomparables con lo que sentía en esos momentos por ti.
Un hipotético "para siempre" susurraba en mi oído, mi mayor deseo, aunque promesa imposible, se veía opacado poco a poco por mi juramento del ahora, que se construía en mi presente. Cada una de mis palabras dedicadas a ti, llevando dos simples destellos, cinco eran suficientes, esos signos que representaban mi interior. Miedo de no poder verlos en tus ojos, deseo de que salgan de tu boca, sólo cinco estrellas que me dedicaras, serían suficientes para completar nuestra constelación.
De pronto nada tenía sentido, y de pronto todo lo tenía...
Un café enfriándose y el sonido de los desdichados que regresaban a sus casas despúes de un triste día de trabajo.
Veía la soledad a mi alrededor, sin embargo, era un sentimiento imperceptible para mí, pues tu sonrisa me acompañaba a cada momento. Las tiernas palabras de la poesía universal, escrita por cientos de románticos y locos enamorados a través de la historia, eran incomparables con lo que sentía en esos momentos por ti.
Un hipotético "para siempre" susurraba en mi oído, mi mayor deseo, aunque promesa imposible, se veía opacado poco a poco por mi juramento del ahora, que se construía en mi presente. Cada una de mis palabras dedicadas a ti, llevando dos simples destellos, cinco eran suficientes, esos signos que representaban mi interior. Miedo de no poder verlos en tus ojos, deseo de que salgan de tu boca, sólo cinco estrellas que me dedicaras, serían suficientes para completar nuestra constelación.
De pronto nada tenía sentido, y de pronto todo lo tenía...
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